
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació
en Sevilla,
el 5 de junio
de 1599[  en ]Madrid, el 6 de agosto
de 1660,
conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco,
considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura
universal.
Pasó sus primeros años en Sevilla, donde
desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista,
por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a
Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a
pintor de cámara, el cargo más importante entre
los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo
consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros
destinados a decorar las mansiones reales. La presencia en la corte le permitió
estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su
primer viaje a Italia,
donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo,
fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad,
con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a partir de 1631, pintó de esta forma
grandes obras como La rendición de Breda. En su
última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado alcanzando
un dominio extraordinario de la luz. Este periodo se inauguró con el Retrato del papa Inocencio X,
pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen sus dos últimas obras
maestras: Las Meninas
y Las Hilanderas.
Su catálogo consta de unas 120 o 125 obras. El
reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850. Alcanzó su máxima
fama entre 1880
y 1920,
coincidiendo con los pintores impresionistas franceses,
para los que fue un referente. Manet
se sintió maravillado con su pintura y lo calificó como «pintor de pintores» y
«el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus
cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del
Prado en Madrid.

Las Meninas, como se conoce el cuadro desde el siglo XIX, o La familia de  Felipe IV según se describe en el inventario de 1734, se considera la obra maestra del pintor del siglo de oro español Diego Velázquez.  Acabado en 1656 según Antonio Palomino,  fecha unánimemente aceptada por la crítica, corresponde al último periodo  estilístico del artista, el de plena madurez. Es una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones formado por  tres bandas de tela cosidas verticalmente, donde las figuras situadas en primer  plano se representan a tamaño natural. Es una de las obras pictóricas más  analizadas y comentadas en el mundo del arte.

El Retrato de Inocencio X es una pintura realizada al óleo sobre lienzo por Diego Velázquez, en el verano de 1650.
El cuadro se realizó durante el segundo viaje a Italia de Velázquez entre principios de 1649 y mediados de 1651. Hay constancia documental de que el papa posó para 
Velázquez en agosto de 1650. 
El pontífice posó para Velázquez porque seguramente ya era consciente de su 
maestría; hubieron de conocerse en 1625, cuando siendo nuncio Inocencio viajó a Madrid.
La rendición de Breda 

La rendición de Breda o Las lanzas es un óleo sobre lienzo, pintado entre 1634 y 1635 por Diego Velázquez y que se conserva en el Museo del Prado de Madrid desde 1819.
Para entender desde un punto de vista histórico esta obra de Velázquez hay que remontarse un poco a lo que estaba sucediendo desde finales del siglo XVI y principios del XVII. Los Países Bajos liderados por su noble más importante, Guillermo de Orange estaban inmersos en la guerra de los ochenta años o guerra de Flandes, en la que luchaban por independizarse de España.
Las hilanderas

La fábula de Aracne, popularmente conocido como Las 
hilanderas, es un lienzo de Diego Velázquez, 
conservado en el Museo 
del Prado. Esta obra es de los máximos exponentes de la pintura 
barroca española y está considerada como unos de los grandes ejemplos de la 
maestría de Velázquez. Temáticamente es una de sus obras más enigmáticas, pues 
aún no se conoce el verdadero propósito de esta obra.
Velázquez pintó el cuadro hacia 1657, en su 
etapa de mayor esplendor, para un cliente particular, Pedro de Arce. Como pintor del 
rey, Velázquez no solía atender encargos privados, 
pero en este caso hizo una excepción pues Arce era montero de Felipe IV, o sea, 
organizaba sus monterías (jornadas de caza) y, por tanto, tenía ciertas 
influencias en la corte de Madrid. A 
principios del siglo XVIII 
el cuadro pasó a formar parte de las colecciones reales y luego ingresó en el Museo del Prado.
Sofía Gallo Novillo
 
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